Sunday, December 03, 2006

Open space

Hoy pasé unas horas en Espacio Abierto:

  • No entiendo el arte moderno, realmente no lo entiendo. Fui con mi amiga L. y estuvimos todo el tiempo jodiendo con esa tira de Bonjour de Liniers (quien estaba ahi) donde se preguntaba "¿Es arte?". Se me hace que para esta gente cualquier cosa "es arte", ya sea una hoja en blanco, una hoja con un mamarracho hecho en lápiz negro o cosas tiradas en el piso. No, gente, esto no es arte, no me rompan las pelotas. Cualquier cosa no es arte, un mamarracho no es arte, una hoja en blanco no es arte, cosas tiradas en el piso no son arte, figuritas de los ositos cariñosos pegadas sobre una foto gigante de una joven en bolainas no es arte. En la calle escuchamos a una chica decir "estas cosas te transportan a otro plano..." y no sé qué más. Déjense de joder. Sí, había un par de cosas interesantes; una animación llamada La hora mágica, realizada por Ailí, una amiga de la casa, un interesante ejercicio con perspectivas, una habitación decorada de manera simpática con un muñeco en la ventana como si estuviera a punto de suicidarse y unos dibujitos de Liniers, pero la mayoría de las cosas podría haberlas hecho yo, que dibujo como un infante y no tengo mucha inventiva que digamos.
  • Pobre la gente a la que le pusieron una instalación a dos metros de un baño de donde salía... bueno, olor a baño.
  • El edificio del correo central es una besheza absoluta.
  • Los ascensores antiguos, que iban rapidísimo al punto de sentir "la cosita" que uno siente en la caida de una montaña rusa, fueron lo más.
  • El hecho de que cada piso estuviese iluminado de un color distinto le daba un toque simpático al asunto.
  • Estaba Rodrigo de la Serna y lo miré de manera demasiado alevosa. Bueno, Rodri, no es mi culpa, estás demasiado bueno.
  • Pablo Dacal es un capo y canta canciones muy lindas, aunque lo mejor fue una reversión de Kokomo de los Beach Boys rebautizada "Cariló". La última canción la hizo sin micrófono y abajo del escenario. Un grosso, la verdá.
  • Nunca había escuchado a Lisandro Aristimuño, ni sabía que tenía tanta convocatoria. No empezó mal, el estilo Luciano Pereyra meets Radiohead del tipo me cayó simpático al comienzo, pero después me empezó a irritar y a aburrir bastante. El tipo se mandaba falsetes todo el tiempo y era muy malo con los falsetes, lo cual ayudó a mi irritabilidad. Y el show fue más demagógico que cualquier show de Gieco, con los músicos pidiéndole al público que hagan palmas al ritmo del chamamé y con un zapateo de la "multiinstrumentista" (léanse triángulos y esas cosas) que terminó de fastidiarme por completo. El público estaba en llamas y Aristimuño tuvo que hacer un bis, pero ese show fue lo menos parecido a mi cup of tea.
  • A la salida nos juntamos con la masa que salía de ver a José Luis Perales en el Luna Park. Las caripelas que vimos ahí serían imposibles de describir, pero eran algo desopilante, principalmente un señor de barba con la camisa abierta hasta más de la mitad, con más vello en el pecho que Austin Powers y que portaba cadena de oro con cruz.
PD: El jueves fui al cine. Sólo quiero decir que Nolan sigue siendo el farsante que era cuando hizo la sobrevaloradísima Memento. Esta es menos molesta, pero ya basta de vueltas de tuerca que se adivinan al comienzo de la película y se venden como la gran revelación, cuando encima son dos vueltas de tuerca básicamente iguales la una de la otra. Obvio que Bale está muy bueno y Hugh Jackman por ahí anda, pero lo que más simpático me cayó fue el pequeño papel de Bowie. Ah, Nolan, si tenés a Scarlett Johansson en la película, aprovechala. El nacimiento me dio ganas de ser satanista. No entiendo como los católicos le dan tantas vueltas a una historia para ocultar que María cogió. La verdad no me acuerdo del todo cómo era la historia "real", pero este bodrio está lleno de agujeros de guión, además de que todos los planos son de estampita, la música world-music-enyesca es insufrible y termina con una voz en off hipócrita que dice algo así como que "el Todopoderoso siempre benefició a los pobres y castigó a los ricos". Ese era Robin Hood, gente. Yo sabía, sabía muy bien que Catherine Hardwicke, la directora de la horrorosa y moralistísima A los trece iba a terminar haciendo una película bancada por el Vaticano.