No voy a ponerme a tirar nombres de los que todos ya sabemos porque sería redundante decir "Videla, andate a la puta que te parió". Lo que sí quiero hacer es mencionar y repudiar a quienes colaboraron para que todo siga como estaba, que defendieron los valores que el gobierno defendía, y que muchos de ellos ahora se lavan las manos y se hacen los santitos. Para los propagandistas, colaboracionistas, seres repugnantes que si bien no tuvieron participación directa, fueron cómplices, defendieron lo indefendible y quedaron pegados para siempre. Basta de reivindicaciones "bizarras" de gente irreivindicable. Acá va, un gran fuck you all a los siguientes hijos de puta (y sé que me voy a quedar corto con los nombres, cualquier cosa agreguen en los comments):
Sergio Renán por haber dirigido La fiesta de todos.
Félix Luna por aquel discurso impresentable desde el balcón de un edificio mientras la gente festeja el haber ganado el mundial en La fiesta de todos.
Mario Sábato, que se escondía atrás del seudónimo de Adrián Quiroga para, por ejemplo, escribir La fiesta de todos y dirigir películas de los Superagentes.Sergio Renán por haber dirigido La fiesta de todos.
Félix Luna por aquel discurso impresentable desde el balcón de un edificio mientras la gente festeja el haber ganado el mundial en La fiesta de todos.
Emilio Vieyra por sus infames Comandos azules.
Ramón Ortega por haber dirigido algunos de los films más emblemáticos del colaboracionismo dictatorial: Brigada en acción, Dos locos en el aire, Vivir con alegría y todas las películas que dirigió, que no por casualidad fueron todas durante la dictadura.
Luis Sandrini por haber actuado en la mayoría de las películas de Ortega y algunas más.
Carlitos Balá.
Ernesto Sábato.
Enrique Carreras.
Juan Carlos Calabró.
Magdalena Ruiz Guiñazú.
Chiche Gelblung.
Mariano Grondona.
Raul Portal.
Moria Casán.
Luis Landriscina.
Hugo Sofovich.
Fernando Siro.
Abel Santa Cruz.
Y a todos los que trabajaron en las películas que mencioné.
Y al pueblo argentino, quien, después de todo, pidió el golpe.
Y también a quienes, después de la dictadura, siguieron desinformando, omitiendo datos, mintiendo y etcéteras, como por ejemplo:
Luis Puenzo y Aída Bortnik con su tranquilizadora Historia oficial, un canto a la hipocresía y al nefasto "qué ingenuos fuimos".
Tristán Bauer y su también hipócrita y tranquilizadora Iluminados por el fuego.
Héctor Olivera y su abyecta exploitation movie La noche de los lápices.
Juan José Campanella y sus homenajes a películas nefastas y sandrinistas como El hijo de la novia, que es igualita a Vivir con alegría (1979) de Ramón Ortega.
Marcelo Mangone, quien con La demolición nos propone que nos olvidemos de todo lo que pasó en la dictadura "porque ya pasó".
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